Intervenir en el borde litoral de nuestras costas es para cualquier profesional un privilegio, porque es difícil encontrar un entorno más agradecido. En este caso se trata de actuar en una nave construida en un momento y una circunstancia en el que, su única voluntad pareció ser dar servicio a la actividad portuaria. Su cubierta de teja y su cerramiento de granito parecen representar un guiño poco afortunado a la tradición y al entorno.
El encargo consistió en la ampliación de la zona administrativa, orientada a la zona de acceso al muelle. Pero nuestra intención fue siempre la de transformar lo ya construido para convertirlo en algo más que una edificación sin ambición.
Las dos cuestiones que de manera más significativa han condicionado la propuesta han sido la reinterpretación del acceso y la necesidad de poner en relación los espacios de la planta superior con su entorno. La escasa altura de la cubierta no permitía la apertura de huecos en la planta superior y generaba un espacio sin relación visual con el exterior. La intervención propone modificar la morfología de la cubierta para introducir huecos en ambas fachadas, generando un espacio interior con una espacialidad y vistas radicalmente distintas.
A partir de las transformaciones de la morfología de la cubierta, la propuesta desarrolla un alzado al sureste que pretende ser la fachada característica de la Lonxa cuando se accede al muelle. Y como parte de la complejidad de esta solución, el acceso deja de ocupar la posición central del alzado y se orienta hacia la esquina Este, protegido de los vientos y aproximándose al vial de acceso.
Tanto la complejidad morfológica, como la convivencia con el resto de los materiales existentes, nos hizo entender que tanto cubierta como fachadas deberían resolverse con un único material, y ningún otro mejor que el zinc para aportar al conjunto la solidez y atemporalidad deseada.
En resumen, nuestra intervención pretende construir sobre lo que ya hay, pero transformando el conjunto para darle una nueva identidad.